martes, 20 de septiembre de 2011

Rumbo a los lagos de Pokhara

Pokhara, 19 de septiembre

Desde que estuvimos en Agra viendo el Taj Mahal, llevamos varios días de madrugones importantes... Hoy nos tocó madrugar para coger el bus hacia los lagos de Pokhara, así que a las 6 de la mañana estábamos en pie, ya que nuestro autobús salía a las 7 y teníamos que ir andando a la estación de autobuses, que se encuentra relativamente cerca del hostel.

Habiendo desayunado tan sólo un plátano por cabeza, cogimos la mochila y pusimos dirección a la estación de autobuses. Mabel, Julián y yo nos levantamos ya mucho mejor y con fuerzas suficientes para retomar el trajín del viaje. No eran ni las 6,30 de la mañana y las calles de la ciudad estaban ya llenas de vida. Los chicos iban a la escuela, muchos negocios abrían sus puertas y la gente ya llenaba las calles. Aquí anochece antes, sobre las 19 de la tarde, así que es como si todo el día se moviera 2 horas hacia atrás en el tiempo.




Llamar a aquello una estación de autobuses es demasiado optimista, tan sólo era una calle ligeramente más ancha donde todos los buses que salían a distintos destinos estaban parados en línea esperando a sus viajeros. También era demasiado optimista llamar a nuestro bus Luxury Class. Los sibaritas nos decidimos por este bus ligeramente más caro ya que, aparte de aire acondicionado y comidas incluidas, supusimos que al ser "de lujo" tendría baño, algo fundamental para los enfermos en proceso de recuperación, no sea que tuviéramos que hacer uso de él. Nada más lejos de la realidad. El aire acondicionado eran unos ventiladores acoplados en los laterales, y el baño se encontraba en las dos paradas que hicimos durante el viaje. Eso sin hablar de la comida que nos dieron, que no era especialmente buena ni sabrosa, un catering en mitad del camino a base de
arroz blanco y pasta.

Aquí hay que advertir a futuros viajeros, que se cojan el autobús más barato sin dudarlo, no hay gran diferencia entre unos y otros. En las guías de viaje dice que coger el bus más barato es peligroso por que te puede tocar viajar en el techo, pero nosotros no vimos ninguno de los buses allí aparcados (y eran unos cuantos) que aceptasen pasajeros en su azotea. Tardamos algo más de 6 horas en hacer los 210 kilómetros que separa Katmandú de Pokhara. Por el camino pudimos disfrutar de algunas de las mejores vistas de este viaje. Carreteras serpenteantes con enormes precipicios, infinitas terrazas de arrozales y caudalosos ríos se sucedían ante nosotros, incitándonos a mantenernos despiertos y a no soltar la cámara durante todo el camino.



A la llegada a Pokhara nos asaltaron otra vez varios taxistas ofreciéndonos alojamientos y sus servicios para llevarnos a nuestro hostel. Una vez más, tuvimos una sorpresa. Allí estaba un hombre con un cartel que ponía Judith Marquez Erce para llevarnos a nuestro hostel Harvest Moon (Judith, por favor, explícanos como este hombre sabía a qué hora llegaba nuestro bus si lo cogimos nosotros el día de antes en Katmandú, porque todavía estamos intentando explicárnoslo). Gracias a la previsión de nuestra amiga, en menos que canta un gallo estábamos en nuestras habitaciones.

Al día le quedaban pocas horas de luz, así que decidimos ir a ver el famoso lago de Pokhara, a escasos 10 minutos andando de nuestro hostel. Allí el ambiente era muy animado, locales se juntaban con montañeros a las orillas del lago y se podían alquilar barcas de remo. Por supuesto no tardamos en preguntar por el precio de estas barcas: 300 rupias sin remero y 350 con remero por una hora de paseo. Julián, Mabel y yo listos de nosotros decidimos coger la barca sin remero para vivir la experiencia, Diana, Encarna y Javi prefirieron pagar esas 50 rupias de más (es decir, unos 50 céntimos) y llevar consigo a una mujer que les diera el paseo. Digo listos de nosotros porque precisamente queríamos remar los que menos fuerzas teníamos por haber estado malos, y en ese momento no habíamos ingerido más que 3 plátanos y un poco de arroz blanco en la comida.



Después de un primer momento de acojone en el que prefirimos dar cámaras, móviles y pasaportes a nuestros amigos no sea que nuestro bote volcase, lo cierto es que el resto del paseo no fue tan mal y la experiencia de remo resultó agradable. Al menos no acabamos con el 100% de nuestras fuerzas y conseguimos alcanzar la orilla una hora más tarde. El lago se encuentra en el centro de un valle y las vistas desde la barca, pese a que la niebla tapase los picos más altos, eran muy bonitas.

Una vez en tierra firme decidimos dar un paseo por la orilla del lago mientras empezaba a atardecer. Pokhara también recibe montones de montañeros dispuestos a subir el Annapurna, y para que os hagáis una idea, la orilla del lago es similar al paseo marítimo de un pueblo costero, con montones de tiendas para montañeros y de regalos junto a bares y restaurantes. Decidimos tomarnos algo en una terraza llamada bamboo que parecía el decorado de supervivientes, cientos de mosquitos incluidos. Aquí como en Benidorm, el happy hour también se estila, y pudimos tomarnos unos combinados por unos 2 euros. Las pizzas que nos hicieron para cenar estaban buenísimas.



A las 22,30 de la noche decidimos poner rumbo de vuelta al hostel después de una tormenta tremenda que descargó ya de noche. Al día siguiente también nos tocaba madrugar, en esta ocasión nada menos que a las 5 de la mañana para hacer una ruta de trekking desde la que, si teníamos suerte, podríamos ver el Annapurna.

1 comentario:

  1. por las fotos que poneis es mucho mas bonito y espectaular donde estais ahora que la India.Cuando os entereis como lo ha hecho Judit para que os etuviera eperando el taxista me lo contais.Un beso para todos. Loli y Carlos

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