lunes, 19 de septiembre de 2011

Un nuevo país

Katmandú, 17 de septiembre

El día ha amanecido pronto para nosotros. A las 7,30 de la mañana estábamos ya en pie. A las 8 venía un taxi a buscarnos que nos llevaba al aeropuerto, donde cogíamos nuestro avión con destino Katmandú. Ya listos para irnos, el taxi no venía y pasaban los minutos y seguía sin venir. Ya hemos comprobado que la puntualidad india no es muy buena. Así que después de insistir varias veces en el hotel que donde estaba nuestro taxi, finalmente apareció un hombre allí que nos llevó al aeropuerto. Nos despedíamos de la locura india de coches, bicicletas y pitidos.




Después de pasar varios controles de seguridad (más que para entrar en el país), nos encontramos con el último control de inmigración donde te decían que no podías sacar billetes ni de 500 ni de 1000 rupias fuera del país. Todos teníamos entre 1000 y 2000 rupias y por supuesto todo en billetes de 500 y 1000. Menos mal que esta gente es bastante confiada y se creyeron nuestras palabras cuando Encarnita con cara de niña buena les dijo que sólo llevabamos 1000 rupias. El vuelo fue muy corto, menos de una hora y además nos dieron de comer, aunque bien es cierto que la comida era bastante penosa.



Una vez llegamos al aeropuerto de Katmandú varios hombres nos atosigaron para que cogiéramos un taxi con ellos, pero preferimos coger un taxi de prepago. Cual fue nuestro sorpresa, cuando al salir vimos a un hombre con un cartel que ponía Judith Marquez Erce (tronca ya podrías habernos avisado), así que tuvimos que devolver el taxi de prepago previo recargo de un 25% del dinero pagado.

Viniendo de la India la primera impresión que te da Nepal es totalmente diferente. Hay menos agobios de coches y gentes (que también los hay), las calles tienen aceras y la gente va por ellas, no hay montañas de basura y en general se ve un país mucho más civilizado aunque supuestamente es mucho más pobre. En cuanto a los nepalís, son gente muy agradable, con una sonrisa siempre en la cara.



Una vez en el hostel decidimos contratar nuestro vuelo por el Everest desde allí por 131 dólares, unos 40 dólares más barato que lo que habíamos visto por Internet, un paseo turístico por la ciudad por 10 dólares y comprar ya los billetes de autobús entre Katmandú y Pokhara. Después decidimos dar una vuelta por Katmandú en búsqueda de un cajero y algún sitio donde comer. Acabamos en un patio comiendo unos cordon bleu que nos supieron a gloria después de 15 días con la comida india. ¡Y además eran de ternera! aquí la vaca también es sagrada, pero se ve que admiten que otra gente nos la comamos.


Respecto a los turistas aquí se ve muchísimo más extranjero y a los nepalís no les extraña encontrar europeos o americanos por las calles, de hecho nos hemos olvidado de las fotografías que nos hacían los indios.

De vuelta al hotel paseamos por una calle llena de tiendas con ropa de montaña y del estilo de Diana... podéis imaginaros que una vez más lo dió todo con las compras, aunque se reservó para nuestro último día en Katmandú. En nuestra vuelta al hotel Julián comenzó a encontrarse ligeramente mal y prefirió volver antes al hotel. Yo también me empecé a encontrar un poco mal, pero tampoco me asusté y seguí en el mercado y hasta Diana me convenció para comprarme unos pantalones estupendos que eran la última moda entre los más guays y que eran del estilo de unos que llevaba Alba.



Cuando llegamos al hotel no sabíamos ponernos los pantalones bien, pero puestos de nuestro modo tampoco quedan mal. Julián se encontraba fastidiado del estómago y yo la verdad es que cada vez iba a peor. De hecho yo ya empecé con mi diarrea el día anterior según llegué a Benarés y no se me había cortado, pero no le había dado mayor importancia. ¿Nos estaría castigando el dios del viaje? Pues sí. Vaya noche pasamos... y no sólo nosotros, Mabel se acostó bien, pero también pasó la noche entera yéndose por la patilla y vomitando, al igual que Julián. Yo tenía suficiente con irme por la patilla cada 20 minutos durante toda la noche... para evitar ser muy escatológicos (que ya sabéis lo que me gustan estas historias a mí), lo dejaré aquí y quien quiera saber más que nos pregunte a la vuelta... Eso sí, nuestras familias y amigos no os preocupéis, que mientras escribo estas líneas ya estamos los tres perfectamente recuperados, 24 horas de fatiga intestinal que nos ha dejado unos figurines que ni las famosas de la tele.

1 comentario:

  1. hola chicos me alegro que los que habeis estado pachuchos ya os encontreis bien, donde estais ahora no me importaria ir, mejor que en la India con tanta rata 'que asco' eso de volar po el Everes debe ser una gozada. bueno un beso para todos y uno mas grande para Diana. Loli y Carlos

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