jueves, 22 de septiembre de 2011

Dos grandes premios del dios del viaje

Nueva Delhi, 22 de septiembre

Acostumbrados ya a madrugar desde hacía días, hoy nos levantamos también pronto, pese a que no teníamos que madrugar, a las 7,30 estábamos empezando a amanecer. Nuestro vuelo con destino Delhi salía a las 14,40, así que después de desayunar en el hostel decidimos hacer unas últimas compras en la zona turística para acabar con nuestras rupias nepalís.

Katmandú es mucho más interesante para comprar que Delhi, aquí hay ropa de deporte a buen precio, imitaciones por supuesto, vestidos de marcas como Zara o Desigual, ropa del estilo de Natura y antigüedades más baratas que en la India, pero eso sí, los vendedores son mucho más difíciles de convencer y es difícil regatear. Por norma general te ajustan el precio, pero siempre se puede bajar.


A media mañana partimos rumbo al aeropuerto. Después de pasar 8 controles de seguridad entre revisiones de maletas, mochilas de mano, pasaportes uno, pasaportes dos, cacheos, toqueteos y demás, y no exageramos, llegamos a una sala donde nos tuvieron esperando más de una hora para poder embarcar. En definitiva, más de una hora de retraso en el vuelo.



Durante nuestro vuelo, el dios del viaje nos premió por primera vez en el día. Saliendo del valle de Katmandú y según iba elevándose el avión pudimos ver por última vez la cordillera del Himalaya. Mabel después de tener que renunciar a coger la avioneta para ver el Everest, por fin pudo ver las montañas más altas del mundo a vista de pájaro. El dios del viaje ahoga, pero no ahorca. Una maravillosa imagen para despedirnos de Nepal.

Muertos de hambre, cuando el carrito de la comida del avión llegó a nosotros, apenas quedaba nada que llevarnos a la boca y tuvimos que conformarnos con dos sandwiches para los seis y unos cacahuetes. Como dijo Mabel "siempre pensé que si no iba a comer en un avión era por no pagarlo, no porque no hubiera comido suficiente". El simpático azafato, después de tantear si Encarna era mi novia o esposa, empezó a tirarle los trastos hasta el punto de darle su teléfono para que le llamasemos para salir esa noche. Aunque Diana estaba animada a salir, el resto no teníamos muchas ganas y tampoco rupias.




Delhi a vista de pájaro se ve estupenda, el caos y la basura se confunden en la altura y amplios bosques verdes se entremezclan con viejos fuertes y ruinas de antiguas murallas. En el aeropuerto, y pese al retraso que llevábamos nos esperaba Raj con su coche para llevarnos a nuestro último hotel, el Hilton de Nueva Delhi. Mención especial en el blog merece la nueva tapicería que había estrenado Raj para su coche, una especie de asientos de toalla con flores amarillas y azules bastante horterillas... Yo creo que le dejamos el coche tan sucio que ha preferido curarse en salud para futuros turistas españoles que lleguen a la India.

Aquí mucha gente dirá que qué narices hacemos los sibaritas acabando en el Hilton el viaje con la pasta que tiene que costar eso... bueno, la respuesta es que las tres habitaciones nos salieron gratis gracias a los puntos que tenía acumulados yo por el trabajo, así que hemos decidido darnos un último día de lujo. Después de más de hora y media en el coche Raj finalmente consiguió encontrar el Hilton Janakpuri New Delhi... y bueno, qué decir de él... después de tantos y tantos días de penurias, noches en el desierto, en trenes sleeper class, entre ratas, salamandras e insectos, llegar aquí ha sido como haber muerto y entrar en el paraíso.



Una mujer nos esperaba para llevarnos al piso 9, el executive lounge, donde hacíamos un check-in especial. Aquí teníamos un buffet libre esperándonos con estupenda comida gratuita, quesos, cervezas, coca-colas... de todo. Una vez cenados nos bajaron a la habitación que nos habían preparado pensando que éramos una familia. Era la presidential Suite, donde aparte de nuestras habitaciones teníamos cocina, salón, despacho, vestidor y unos baños que ya querríamos para nosotros en España. Vamos un lujo en toda regla del que colgaremos el video cuando lleguemos a España, mientras tanto podéis ver algunas de las fotos que hemos hecho. El dios del viaje nos ha premiado tal vez por última vez durante el viaje. Encarnita se ha relajado tanto aquí que incluso ha pegado un trago de agua en la ducha... esperemos que el dios del viaje no la castigue por esto con una tremenda diarrea en el aeropuerto moscovita.



Por supuesto decidimos aprovechar nuestra estancia en el Hilton y dormir por primera vez a pierna suelta sin preocuparnos por sacudir nuestras botas antes de ponérnoslas o de qué bicho roncará a nuestra izquierda. Raj viene mañana a recogernos a las 12, tenemos que aprovechar al máximo la limpieza de estas habitaciones y por supuesto daremos buena cuenta del Buffet del desayuno. Una vez que abandonemos el hotel nos queda un día entero en Nueva Delhi y otro en Moscú antes de pisar suelo madrileño.


5 comentarios:

  1. Os lo habeis merecido .... sólo por compartir vuestro fantástico viaje con nosotros.... un besazo.

    SARA

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  2. por fin una cama en condiciones y que tal los baños? una ducha en condiciones tiene que ser una gozada,ya os lo habeis ganado.Ya queda muy poquito para pisar suelo español .ya tenemos ganas de veros .un beso muy fuerte para todos. Loli y Carlos

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  3. Genial el blog!
    Disfrutad lo que os queda

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  4. Mueren 19 personas al estrellarse un avión contra una montaña en Nepal..

    Joder, menudo susto me he pegado, joderrrr!!!!!UN achuchón fuerte!!!!!

    Alba

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